13 Enero 2019.
Primera ruta después del
turrón que a algunos se le atragantó y a otros le sirvió para soltar lastre de
las existencias navideñas.
La caminata comenzó en el
camposanto marbellí de una bonita mañana, que pronto sería recreada con la
sorpresiva visita a la cascada de Puente Palo, que nuestro guía Alberto
Escalona nos tenía reservada como inicio de la ruta.
Tras el paso por la cascada
comenzamos una ligera ascensión hasta las Casas de las Minas, donde se realizó
una pequeña parada para desayunar y donde las dos rutas programadas se
separaron para iniciar ritmos y recorridos diferentes.
La ruta A dirigida por
Alberto Partió en primer lugar con paso vivo hacía Puerto Rico el Alto, Casa
del Guarda y el puerto de Juan Benítez, donde algunos senderista se separaron para
unirse con el otro grupo.
A medida que se ganaba
altura las panorámicas iban ganando en belleza y extensión hasta llegar al
deseado alto del puerto de las Allanás, base para la subida a la Cruz del
Juanar e inicio de la bajada hacia el olivar del Juanar.
Desde aquí nos dirigimos hacía el mirador del Corzo, punto de encuentro con los compañeros de la ruta B y lugar asignado para reponer fuerzas.
Desde aquí nos dirigimos hacía el mirador del Corzo, punto de encuentro con los compañeros de la ruta B y lugar asignado para reponer fuerzas.
El grupo de la opción B, ruta
un poquito menos sufrida y dirigida por el compañero Diego Gutiérrez, partió a
continuación con una subida constante también hacia Puerto Rico.
Aunque el ánimo y las ganas
de andar no faltaban, en cuanto el sol comenzó apoderarse de la mañana, el
calor fue mermando fuerzas. Si bien el ritmo tranquilo y alguna que otra parada
brindada por el guía permitía recuperar la respiración y ritmo cardíaco.
Ya cerca del mirador de la
cabra se unió el grupo de compañeros de la ruta A que optaron por modificar su
elección y unirse a este segundo grupo. Tras una pequeña visita al mirador de
la cabra, con sus vistas espectaculares a Marbella, se continuó hacía el otro
mirador del recorrido donde se esperó al grupo procedente del puerto de la
Allanás y donde se dio merecidamente cuenta de las viandas traídas.
Después de recuperar fuerzas
quedaba la guinda del día, la subida a los Tajos Negros, un lugar en el que las
vistas de la costa bien merecían el último esfuerzo y donde solamente los
valientes y los sobrados de fuerzas pudieron culminar la recorrido.
En resumen una bonita y
cañera ruta la ofrecida por nuestro compañero Alberto Escalona y que como en
las vueltas ciclistas constituye una de las etapas reinas de la temporada.